Un millonario budista propone
olvidarse de los accionistas y buscar la felicidad de los empleados
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Kazuo Inamori ha
amasado una fortuna tratándoles bien
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Asimila a la plantilla
con una gallina, a la que hay que cuidar
Lea con atención,
porque hay un anciano japonés de 83 años que desafía las lecciones de todas las
escuelas de negocios. Porque, ¿qué es toda esa palabrería sobre centrarse en
los accionistas? Kazuo Inamori, un empresario nipón que además de multimillonario
es monje budista y gurú de la gestión empresarial, cree que habría que
olvidarse de esa idea.
Inamori propone a los
directivos que se centren en su lugar en hacer más feliz a su plantilla.
Y a juzgar por los
resultados de su filosofía, la idea merece ser considerada: estableció el
gigante de la electrónica Kyocera, creó KDDI -una teleco nipona valorada en
64.000 millones de dólares, y en 2010 -entrado ya en la tercera edad- rescató a
Japan Airlines de la quiebra.
"El trabajo os hará felices"
Inamori expresa sus
dudas sobre el funcionamiento de muchas empresas en el sistema capitalista.
"Si quieres huevos, cuida a la gallina", afirmaba hace unos días el
budista millonario. "Si la acosas, o la matas, no los conseguirás",
concluía.
Su filosofía pasa por
hacer entender a los centenares de ejecutivos a los que imparte (gratuitamente)
charlas, cómo funciona la sociedad en miniatura que es una compañía.
"Los líderes de la
compañía deberían buscar la felicidad de todos sus empleados, felicidad tanto
material como intelectual", afirma. "Ese debería ser su propósito, y
no el de trabajar para los accionistas", añade.
Sus posiciones podrían
dejar frías a muchos inversores, pero Inamori no percibe que haya ningún
conflicto. Porque el anciano empresario entiende la felicidad desde el punto de
vista del 'shojin' budista. Es decir: elevar el alma a través del trabajo.
Involucrar a los empleados
De hecho, en uno de los
libros en los que expone su visión, critica duramente la tendencia hacia el
ocio que observa en los jóvenes japoneses. Además, los accionistas sólo buscan
rentabilidad. Y la mejor manera de conseguirla es hacer que los empleados
trabajen mejor, para que trabajen más.
"Las empresas son
propiedad de los accionistas", reconoce, "pero los centenares de
miles de empleados que las hacen funcionar también tienen que estar
involucrados". La gallina, explica, tiene que estar saludable.
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