domingo, 8 de junio de 2014

Fantasías 12: El silencio de los corderos: ¡Que no sorbas, leche!

Recuerda que estas narraciones están escritas dentro de este apartado:

Recibimos el 2 de Junio un comunicado de la empresa recordando las normas de uso de las salas de café.

Te piden que cuando vayas al abrevadero que no sorbas al realizar la ingesta de líquidos, no vaya a ser que hagas ruido y desconcentres al compañero responsable que anda trabajando.

Dotan a esas salas de hornos microondas e inmediatamente se apresuran en recordarte que no está permitido calentar comida en dichos microondas. ¿Qué esperan que calientes, el agua de la fuente por si te has pasado de fría al elegir entre los dos botones de normal o fría?

Califican en su comunicado el olor de la comida como olor desagradable. Hay que ver este proletariado como son, que además de pobres no comen más que mierda. Su comida apesta.

Y queda, no ya prohibido, sino totalmente prohibido, que es mucho más que prohibir a secas, comer en esas salas. En que cabeza cabe pretender acompañar el café de 4 galletas si sabes que al masticarlas estás sobrepasando el umbral de decibelios de ruido permitido en la ley de contaminación acústica de la Comunidad regional en la que vives.

Acaban de firmar un contrato que les dará pingües beneficios, (que por alguna misteriosa razón de codicia desatada ya no comparten con la parte social para poder dedicarlos a fondos sociales), con la empresa de máquinas expendedoras de comida y bebida instaladas en dichas salas de café. De forma que se expenden sandwiches y bollería industrial atiborrada de grasas hidrogenadas para asegurar la afluencia de pacientes al servicio médico, y al mismo tiempo te recuerdan que estás en tierra cristiana y se te prohíbe, no, se te prohíbe totalmente que te comas ninguno de los alimentos recién comprados.

¡Basta ya!. Prohibido prohibir caprichosamente.

Tanto prohibir el libre albedrío del personal, se olvida uno que cada cual tiene el sentido de la responsabilidad, y es cierto que hay que tener unas mínimas normas de convivencia, pero clama al cielo ver situaciones absurdas y ver como se cae en contradicción tras contradicción.

Y todo esto por la manía de no querer abrir el comedor durante toda la jornada laboral. Un lugar habilitado con mesas y sillas donde poder realizar la pausa del bocadillo (aunque sea compensable).

Resulta tan absurdo que se monten unas salas de café sólo orientadas a las visitas de algún inspector para que vean que sí las tenemos, pero que no te permiten usarla libremente. Que eso sólo lo supera el tener al mismo tiempo un comedor al otro lado de la puerta que permanece cerrado durante toda la jornada laboral excepto cuando el señorito decide abrir la puerta al ganado para que se cebe durante 1 hora.

Es todo tan contradictorio como que este tipo de comunicados utilicen para firmarlo el eufemismo "Dirección de Personas" por no usar las palabras tabú que hacen que les salgan sarpullidos "Dirección de Recursos Humanos", cuando en el propio comunicado lo que se está haciendo es descuidando a las personas y tratándolas exactamente como un recurso. Como animales que van al abrevadero.

Es ridículo ver a los trabajadores en fila de a 1 haciendo cola a las 13:30 esperando a que abran el abrevadero y comedero. Todos sumisos y resignados a que eso es lo que hay. Manda narices. 

Que menos que un poco de dignidad para los trabajadores y que no se les trate como a ganado.

Hay compañeros que siguen una dieta y por las razones que sea, algunas por prescripción facultativa (no vamos a entrar en su nivel de azúcar, sobrepeso o culto al cuerpo) han de comer y beber varias veces al día. ¿Qué sentido tiene que la empresa se meta también en dosificarte cuantas veces y a qué horas has de ingerir alimentos?. 

Señor mío, ábrame de una vez por todas la puerta del comedor y déjeme comer libremente cuando a mi me convenga, y mis necesidades fisiológicas requieran, cumpliendo siempre el compromiso laboral de trabajar mis 8,5 horas al día o lo que corresponda en cada estación del año y no dejando desatendido el servicio.

Habíamos quedado en que trabajábamos por objetivos, ¿o es que ya hemos vuelto a la época de los capataces y el látigo?.

Hala, a comer. ¡Qué aproveche!


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